Sunday, December 11, 2005

El amor es ciego

Yo tengo muy claro que rasgos físicos me gustan en las mujeres, las prefiero altas (1.70+) con piernas largas, delgadas, de cabello liso, rubias solo si son naturales, no me gustan las rubias teñidas ni las desabridas, con pechos naturales aunque no me desagradan las operadas si están bien hechas. Mis amores platónicos son Mónica Belluci, Elizabeth Hurley, Naomi Watts y Milla Jovovitch. Si, se que esos gustos son producto del bombardeo del prototipo de belleza que hace la televisión y el cine y que muy pocas personas con las que me encuentro en la vida diaria se acercan siquiera a esa idea.

La última vez que me enamoré de alguien fue tan algo rápido que en lo último en que me fije es en las características físicas de ella, no, ella no era fea, simplemente no cumplía en nada mis preferencias, la atracción llegó tan de golpe que me di cuenta de cómo esa fascinación había alterado mi percepción de ella solo tiempo después y poco a poco. Lo primero que noté fue que ella era muy baja para mis gustos, estábamos esperando que nos asignarán una mesa en un restaurante cuando me di cuenta que apenas me llegaba al hombro, supongo que fue la primera vez que ella no usaba zapatos con tacones. En otra ocasión mientras me platicaba que una conocida de ambos (bastante bella por cierto) estaba pensando ponerse bubis y que yo opinaba que no era necesario me di cuenta de que ella tenía los pechos muy pequeños producto de tantos años de hacer deporte y que disimulaba muy bien eso por medio de wonder-bras. Así poco a poco iba notando como ella era todo lo opuesto a mi ideal físico de belleza, subió de peso y note mas claramente que no era delgada, le creció el cabello (que llevaba muy corto cuando la conocí) y salió a la vista que no era lacio, cuando la obsesión inicial terminó supe que nuestra relación estaba condenada al fracaso ya que no solo en lo físico no había compatibilidad sino también en los demás aspectos por lo que la relación llegó a fin en poco tiempo.

Me acordé de mis años en la Universidad en la cual había una compañera poca agraciada (en realidad las mayoría son así en la escuela de ingeniería) a la cual un chilango no tardó en ponerle el apodo de “el mandril”, en menos de un año ese acto se volteo en contra de él cuando empezó a salir con ella y se volvieron novios por loque el se convirtió oficialmente en “el mandrilón”.

“Este deseo de poseerla es una herida
Que me fastidia como una fierecilla
pero sé que poseerla es entonces no desearla”
Nick Cave

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